lunes, 22 de abril de 2013

Alfredo Sáenz fue condenado por interponer una denuncia falsa para cobrar una deuda


La denuncia permitió al juez Pascual Estevill encarcelar a varios empresarios
La sentencia considera que recurrió a la mayor red de corrupción judicial registrada en España para atemorizar a algunos de los clientes que debían dinero al banco
Aunque Zapatero le indultó en su último Consejo de Ministros, la condena le impedía, hasta la reforma que acaba de aprobar el PP, ejercer como ejecutivo bancario
La continuidad de Alfredo Sáenz como primer ejecutivo del Banco Santander se ha convertido en una cuestión de Estado. El Gobierno de Mariano Rajoy ha decidido modificar la leypara que la última decisión que tomó su predecesor en el cargo, José Luis Rodríguez Zapatero, se cumpla en contra, incluso, de una sentencia del Tribunal Supremo.
Todo comenzó en 1994 cuando se utilizaron datos falsos para poner a un grupo de empresarios en manos de la más siniestra red de corrupción judicial descubierta hasta el momento en España, la que dirigían en Barcelona el juez Lluís Pascual Estevill y el abogado penalista Juan Piqué Vidal. Los empresarios fueron encarcelados injustamente y, algunos de ellos, extorsionados por Estevill.
PP y PSOE se han conjurado para que ni el marco legal que regula el gobierno de las entidades de crédito ni el Poder Judicial puedan apartar a Sáenz de su cargo. De hecho, Sáenz ya debería haber sido destituido después de que el Tribunal Supremo le condenara a tres meses de arresto y tres de inhabilitación para el ejercicio de la banca por un delito de acusación y denuncia falsa. Así, sin especificar que las víctimas de los delitos de Sáenz acabaron en manos de Estevill.
El Tribunal Supremo confirmó parcialmente la sentencia emitida un año antes por la Audiencia de Barcelona, que condenó a Sáenz a seis meses de prisión y seis de inhabilitación. El procedimiento se inició por una querella presentada por los empresarios afectados: Pedro Olabarría, los hermanos Juan Ignacio y Luis Fernando Romero y el hombre de confianza del grupo, Modesto González Mestres.
La Fiscalía Anticorrupción, que desarticuló la trama de Estevill y de Piqué, se personó como acusación contra Sáenz y sus subordinados de Barcelona, que fueron los encargados de presentar la denuncia falsa contra el grupo de Olabarría y los hermanos Romero. En ese procedimiento, el representante de la Fiscalía Anticorrupción fue el fallecido David Martínez Madero, que más tarde sería nombrado por el Parlament de Catalunya primer director de la Oficina Antifrau.
Ambos fallos también consideraban que los principales instigadores de la denuncia falsa contra el grupo de Olabarría fueron el entonces director general de Banesto para Cataluña y Baleares, Miguel Ángel Calama, y el abogado del banco, Rafael Jiménez de Parga, amigo del juez Pascual Estevill.

Denuncia falsa de violación de una niña


El jefe de policía de Federación, comisario inspector Jorge Benítez, aseguró que no hubo intento de violación de una niña de seis años, contra la denuncia presentada por su madre, que inculpó a un familiar cercano.
Benítez reveló que la niña fue examinada por el médico de policía, que determinó que no hubo intento de violación pero no se descarta algún otro tipo de abuso sexual.
Por esa razón la causa pasó la fiscalía para iniciar una causa, aunque el jefe dice que puede asegurar con certeza que no hubo violación.

    Una desalojada está imputada por denuncia falsa contra un juez


    Una mujer que fue desalojada de su vivienda de O Birloque por la Xunta en julio de 2002 y su abogado se sentarán el próximo 7 de mayo en el banquillo de los acusados del Juzgado de lo Penal número 3. Ambos están acusados de cometer un delito de acusación y denuncia falsa contra un juez al que, presuntamente, señalaron como autor de un delito de prevaricación en algunos medios de comunicación y ante la Justicia a sabiendas de que sus acusaciones eran falsas.

    "Conocían que las resoluciones eran ajustadas a derecho", subraya el representante del Ministerio público en su escrito de calificación, en el que reclama que cada uno de los procesados sea sentenciado a pagar una multa de 6.120 euros.

    Un coronel, acusado de denuncia falsa


    La relación de acusados se completa con el nombre del coronel de la Guardia Civil Juan Miguel Castañeda Becerra, al que la Fiscalía le imputa tres delitos: falsedad en documento oficial, acusación y denuncia falsa, y colaboración con organización criminal. Por el primero le pide cinco años de prisión e inhabilitación especial para el empleo o cargo público de guardia civil durante seis años. Por el segundo -acusación y denuncia falsa- le piden dos más, y otros tres por el tercero.
    Todos los hechos que se le imputan están relacionados con un plan diseñado para desprestigiar al juez Vázquez Taín, el primer instructor del sumario por tráfico de cocaína que propició la detención de Dorado en noviembre del 2003 y su posterior condena a diez años de prisión.
    El plan fue descubierto en el ordenador de Sánchez Zabala -también imputado por estos hechos- en el registro efectuado en su domicilio el 31 de marzo del 2004 en la localidad sevillana de Espartinas. El documento recoge los detalles de una campaña jurídico-mediática contra el juez gallego y el coordinador del SVA en Galicia, con denuncias ante la Fiscalía Anticorrupción, canalizadas a través de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO) y desvelada por La Voz el 2 de enero del 2005. La información de este diario estaba archivada en el ordenador de Zabala bajo el epígrafe «Informe Rabat. HTM».
    El coronel, que en aquellas fechas estaba al frente de la Comandancia de Guadalajara, declaró por primera vez como imputado ante el juez Marlaska el 15 de julio del 2009, meses después de que ordenase la detención de Marcial Dorado por esta causa. Por los mismos hechos están imputados el aduanero vigués y el propio Sánchez Zabala.
    Según fuentes conocedoras de la investigación, la relación de Dorado con el coronel se remonta a los años en que este estaba destinado en el País Vasco como capitán.
    Una campaña para desprestigiar al juez Taín, primer instructor del sumario